Viernes 1 de Diciembre 2006
Antonio Terán
Cavero
Para hoy les envío,
por tercera vez, versos del magnífico vate Antonio Terán
Cavero. Nació en Cochabamba en 1932. Periodista y poeta.
Activo realizador de ideales en la vida y en la poesía.
Perteneció al grupo cultural Gesta Bárbara.
Fue director de Cultura en la municipalidad de su ciudad. Presidente
de la Unión Nacional de Poetas en Cochabamba. Premio Nacional
de Poesía Yolanda Bedregal 2003.Ha publicado
diversos poemarios, entre los cuales se incluyen Puerto Imposible
y Bocamina de Cánticos (ambos de 1962), Y Negarse a Morir
(1979), Bajo el Ala del Sombrero (1989), Ahora que Es Entonces
(1992), Boca Abajo y Murciélago (2004).
Van cinco versos de
este creador premiado, extraídos todos de Y Negarse a
Morir (Editorial Universitaria, Universidad Mayor de San Simón,
Cochabamba), poemario quemado por la dictadura garcíamecista,
pero rescatado por el propio autor para el Cedoal.
soneto ii
sobre ignorado mar
gaviota herida
viejo rencor atormentado
el viento
disputa a los gusanos
tu lamento
y lo esparce terrible
ante la vida
clamará tu silencio
voz suicida
en el rumor intérmino
sediento
de tu arroyo mortal
yo soy el lento
rostro apagado por
la luz fallida
ya sólo queda
el mar la sal caída
y pues tu muerte acrecentó
la ciega
cosecha de otra muerte
y de otra vida
estaré como
ayer presta la viga
en la siembra que tanto
se nos niega
por fin nacida y como
tú mendiga
solo mi rostro
qué otra cosa
que vértigo
se esconde
tras el muro que el
último cadáver
yergue desde su olvido
qué otra cosa
que olvido
yace ahora en los ríos
que espejean al fondo
de los atardeceres
qué nombre será
el tuyo
destituido
de sus labios esenciales
y qué labio
el que copiado por
el eco
dibuje en la montaña
mi propio rostro en
medio de la bruma?
soledad
águila rampante
bajo la lluvia de ceniza
vuelve el tiempo de
la sal
antiguamente derramada
por el remordimiento
la roca en que abrevaste
luna de infierno y
noche de esmeralda
soledad que ha de enterrarte
un día
entonces te bautizas
estérilmente
con los astros
con la innoble piedad
de la tristeza
te instalas habitante
en el fuego que alumbran
las palabras
sólo así
sobrevives
al rencoroso silencio
de los dioses
mañana
y sin embargo el hombre
de las cegadas aguas
recupera sus ojos
no aquel ojo que duerme
ya enterrado en el
tiempo
el que recuerda
el sueño que
jamás se resigna
el que sobre sus muertos
todavía tremola
una propuesta
y en su nombre derriba
las prisiones
y resucita el vuelo
de la luz
camino
salir de aquel espacio
donde moran las garras
los tigres del insomnio
y la palabra nunca
yacer de nuevo en la
luz de sus cabellos
beber ese perfume con
que canta la voz de nuestros muertos
encender los arroyos
que esta tarde visitaron tu cuerpo
y clamar
por fin
la vida es el camino
recoger los pequeños
pedazos
algunas aguas esos
ojos un libro
lo poco que ha quedado
lo sobrevivido como
trémulo candil
en las corrientes subterráneas
una ráfaga de
estrellas
un acorde en medio
de la sorda nostalgia
y negarse a morir |