Viernes 25 de Noviembre 2005

Rosario Aquim Chávez

Para este viernes, que por esas casualidades fortuitas e irónicas coincide con el designado “Día Mundial de la No Violencia Contra la Mujer”, vuelvo a mandar obra de una poetisa y les hago llegar versos de Rosario Aquim Chávez, “una poetisa que cultiva el género erótico, que escribe, como dice ella, sin pensar, porque así lo siente. [...] cuando se [la] lee, siente uno precisamente esa pulsión del erotismo –a flor de piel–, del registro de nuestra propia piel, a veces imperceptible, a menos que el otro la despierte...

Rosario le escribe al amor, a la soledad, al des(encuentro), a la vida misma...”, apunta Juan Carlos Echeverry en la contratapa del texto seleccionado. Aquim ha publicado Detrás del Cristal (1997), Memorias de la Piel (2001) y Ojos del Cuerpo (2004).

Van siete poemas de esta autora, extraídos de Ojos del Cuerpo (Plural Editores).

 

Virgen de los Deseos(*)

 

Virgen de los deseos,

uñas negras rasgando la incertidumbre.

Manos como pájaros,

grafiteando el universo.

Mi libertad,

escapando por los poros.

Labios negros.

Mi noche sedienta de vida.

Mi vacío repleto de tus ojos y sus miradas,

las palabras prisioneras en mi boca,

cuerpo mío,

albergue de tus pasiones.

(*) Sí, es el nombre de la casa que la agrupación feminista Mujeres Creando tiene en La Paz. El poemario está dedicado, entre otras personas, a María Galindo, cabeza visible del movimiento colectivo.

 

Una

Una mujer

toca mis profundidades

como cuerdas de guitarra,

roba mis lágrimas

para sembrarlas

en primavera

y pintar corazones

en las estrellas.

 

Deseo

Expandir mis galaxias

en tu universo

poblado de flores.

Mi libertad,

en tu planeta moreno.

Acariciar los pétalos

de tus jardines

y mirarme en el agua

de tus profundidades.

Quiero,

mis surcos sembrados

y ver crecer

rosas en tu piel.

 

Cuerpo

Explorar,

universos explosivos del alma.

Sentir.

Buscar en las piedras

pájaros libres.

Pintar arco iris en tu boca abierta,

encontrar tu mirada,

testigo de otoños amarillos

y detener el grito.

Peces asustados en mi vientre.

Las horas,

los aullidos,

las velas en la sombra.

Unicornios azules,

en las praderas eternas

de tu cuerpo.

 

Impotencia

No puedo,

no.

Con tu presencia que abraza,

con el deseo que encadena,

con tu olor a selva.

Animal virgen,

en ti reposan mis ojos.

Inocencia que deshoja mi cuerpo,

jardín donde florecieron mis labios.

No puedo escapar

de tu tierra roja,

de tus dedos largos,

del abismo de tu pelo.

Agonizo en el universo de tu boca,

sin palabras.

 

Vacío

No quiero saber,

lo estoy sintiendo.

No quiero.

Ocupaste mi vacío,

invadiste mis cuevas,

respiraste mi aliento.

No descubro

quién te esconde.

Piel sin nombre,

ya tienes dueño.

 

Memoria

Herido de tiempo,

de tu boca,

de tus ojos derretidos,

perdidos en el infierno.

Tus senos,

repletos de leche que sabe a poco.

Tu corazón melancólico,

solo,

en la noche habitada por luciérnagas.

¡Qué tristeza!

el destino lo quiso así,

no tienes más hogar

que el recuerdo

y la memoria presente.