Viernes 29 de Febrero 2008

Alejandría Carranza

Hoy les hago llegar algunos poemas de Alejandría Carranza. Nació en La Paz el 19 de octubre de 1984. Vive en Cochabamba y es estudiante de Comunicación Social en la Universidad Mayor de San Simón y de Filosofía y letras en la Universidad Católica. Dirige la revista “Cien de Cien” y escribió el libro Evo Morales, un indígena presidente (s/d, s/e) junto a Reginaldo Ustáriz. Sus versos han sido incluidos en Antología Súbita (poesía boliviana contemporánea), selección hecha por Rocío Ágreda Piérola y Pablo Lavayén Vásquez, publicada en octubre de 2006. Como suelo recordarles de cuando en vez, pueden visitar la página http://bolivianet.com/poetas/ para encontrar los versos de algunos poetas enviados tiempo ha.

Van cinco poemas, extraídos todos de Antología Súbita (Klamm Ediciones, Cochabamba).

El suicidio de los Lirios

Los Lirios se suicidan

cuando las abejas

confunden su amor

con una aventura.

Su particularidad

es el suicidio en masa

ya que, si bien no son todos

descorazonados a la vez,

sí les descorazona

el descorazonamiento ajeno.

Así es que

podemos llamarles solidarios

a los Lirios

mas escapa a nuestras letras

definir el adjetivo justo

que merecen

por ser el objeto de su solidaridad

la muerte, al fin.

El Lirio, al igual que el árbol feroz

cae sin cesar

y el sonido polifónico

que despega de su muerte

es tan solo perceptible

por los oídos de un ángel

o por los pies de algún loco

que se crea flor.

En el mundo existen dos tipos de seres

los Lirios y los no-Lirios

los unos son tristes

los otros sólo existen sin remordimientos.

Cataclismo

Después del día

Tengo que transformarme en manos

Blandir mi quijada para evitar que caiga

Y mi ilusión y grito sean eternamente callados.

Otras manos sostendrán mi cabeza por los lados

A la altura de cada oreja

Deteniendo el escollo que amenaza en

posible explosión

Hasta el momento en que el mundo en-

tienda que no le quiero escuchar.

Manos presionan mis músculos y huesos

Evitando que el tazón de mi cabeza se

disipe en pájaros

Que la fragilidad de mis hombros desista

en soportar

Que los cuadros fotografiados zarpen por

doquier

Que las grietas confabulen contra mi represa

Que los imaginarios disparen y tomen mi lugar.

Mi cabeza quiere dejar de ser

Se ha cansado

Ha sucumbido al estallido fatídico de las olas

Que se expanden dentro y en su entorno.

No la quiero ver

Es un cascarón sin cría

Es una gelatina sin fuente

Una bola de agua cubierta de papel.

Pero las manos no dejan la muerte, no

la ven

prensan hacia el centro

todas se han unido en exasperación

mas, ninguna quiere verme destruida

cuando estoy sola

alguien tiene que ver los fragmentos

incrustándose en las paredes

mi cuerpo derramándose como un bloque

de cemento.

Más tarde y con mayor displicencia

las manos se sublevan y vuelan por los

aires, al lado de los fragmentos

pretendiendo no mirar mi rostro que se

destruye

no ver la caída libre en que mi cuerpo

se dispara

pues, el piso también ha querido escapar

hacia abajo

como una gran mano que se niega a

contenerme en mi desesperación.

3

La alegría es una ostia que se come

con la boca cerrada

y sin mirar.

La lengua se convierte en un pulpo que

atrapa

con sus tentáculos

las risas se escapan al paladar.

Si ayer por la tarde estuvieras conmigo…

Torbellinos azotan la cubierta.

Petra

Sorbe el néctar de una avispa.

Mira por la ventana al pasar.

Cómo le gustaría seguir siendo.

Los cristales mastican su soledad.

Y para el cierre del mes y del envío, el que más me impactó de esta Alejandría no tan remota y tenaz:

Mi (,) mujer

Busco a una mujer flotando

translúcida

artificial

fragmentada en exigencias desde antaño

una mujer blanda

impenetrable

que refleje la dualidad entre el nacer

y ser arcilla de quien-tocara-su-cuerpo-

por-primera-vez

una simple y única, que incluya al

torrente de todas

con la misma sangre rodando y muriendo

hacia donde vuelve a nacer

con el vientre vasto para cuando se

quiera pastar

sin ser siempre madre de tus hijos

sin atenerse a rubores ficticios en el seno

fuera de los polvos terrenos de pavimento

descansando en el trajín del vuelo cazador

que corrompa los laberintos ajenos sin

deshabitar

intimando a la libertad a ser parte de su prole

con las manos que nunca esperan, que van

con las manos que escalan, que esgrimen

con las manos de mi consolación

con las manos que inscriben

con las manos que imprimen agitación.

Busco una mujer detrás de mí

le toco la espalda con el hombro

le toco el vientre con la nuca

le toco la cabeza con la punta de mis pies

después, respiro.

Busco en ella

y a ella en mí.