Viernes 31 de Marzo 2006
Benjamín Chávez
Este viernes, para cerrar el
mes, volví a elegir a Benjamín Chávez, quien
nació en Santa Cruz en 1971. Ha publicado, además
de poemas en diversas revistas internacionales, los poemarios
Prehistorias del Androide (Premio Luis Mendizábal Santa
Cruz, Oruro, 1994), Con la Misma Tijera (Oruro, 1999), Santo
sin Devoción (La Paz, 2000) e Y Allá en lo Alto
un Pedazo de Cielo (2003), texto sobre el cual comenta mi caro
amigo y poeta Juan Carlos Ramiro Quiroga: «Aunque es casi
imposible escribir poemas largos porque es difícil mantener
el ritmo, la tensión, el equilibrio y, sobre todo, la
continuidad verbal, Benjamín Chávez emprendió
esa empresa con la mayor predisposición. Y Allá
en lo Alto un Pedazo de Cielo es un diamante en ese contexto
y hay que analizar a ese diamante a través de la luz de
la lectura». Actualmente Chávez es uno de los coeditores
de la revista literaria Mariposa Mundial
Van cinco poemas de este vate,
incluidos todos en Y Allá en lo Alto un Pedazo de Cielo
(Plural Editores, La Paz).
Con manos invisibles...1
Con manos invisibles
abres un baúl de misterios.
Tu tiempo
tus recursos más socorridos
allí están, tal
parece
junto al saber del mundo
y así como todo comienza
hasta el fin es posible
extremos del mismo ovillo
en esa multitud de dóciles
tejidos
y nudos obstinados.
Despacio
como vas sacando
con extremo cuidado
la larga cuenta de tesoros
la arena minuciosa, se
sabe
cae entre tus manos
dibujándolas de a poco
milímetro a milímetro
y apenas comenzado este poema
ya adivino el color
que habrán de tener tus
uñas.
1: Sin título en el original,
al igual que todos los poemas del libro. Itero el primero verso
para reemplazarlo, tal como haré con los siguientes versos.
La certera playa total de
las dudas...
La certera playa total de las
dudas
donde concurre el sol
como es ley
el agua
como es ya redundante
y todos los artificios de los
hombres
por poblar de mesura
la vastedad cegadora.
Cáscaras errabundas
astillas pulidas
que disputan el favor de los
astros
osando nombres inmensos
casi imposibles
bajo el poder protector de las
palabras.
Barcos les dicen
se hunden y callan.
Alción, ¡ah!:
un bel morir.
Con el agua hasta las rodillas...
Con el agua hasta las rodillas
rondaré tus márgenes
delineados con nuez
canela, jengibre, azafrán,
donde bulle, solapada
la atmósfera de la expedición
y la conquista.
Otra vez
la cuidadosa revisión
de los mapas
de las cartas de navegación
¿negación?
y la templanza
de las vocaciones audaces.
Junto a un pabilo solidario
que de tanto acompañar
no sabe que se aleja
la noche mira sobre mi hombro
sombra que camina sola
impuesta castidad de sedas tortuosas
custodia de las llaves del mundo
me ha reconocido en sus espejos
cruzando aturdido el salón
de lo figurativo
con un aullido mudo
hacia el follaje escarchado
de lo siniestro.
Aquella noche...
Aquella noche
ya no quedaban poemas en el aire.
Los arrugados papeles que leímos
a más de un cigarrillo
por minuto
quedaron olvidados
junto a las botellas vacías.
Ahora
ahora también dormirás
en la cama despeinada
y me pongo de pie
paseo por la habitación
como un paquidermo milenario
sigo fumando ¿sabes?
y te miro
imposible
en esta laguna de aguas estancadas
donde vuelvo a refugiarme
como en el tibio tazón
de líquidos medicinales
para insectos desvalidos de tus
brazos.
El último hallazgo
de tu baúl de misterios
te escribe desnudo
acurrucado en el confín
de los ecos ambarinos.
Para el cierre uno de los que
más me gustó del opúsculo:
Y que pare el mundo...
Y que pare el mundo
y se caigan los cielos
y se sequen los mares
y silencie este poema largo
larguísimo como tu pelo
y caiga yo
una y otra vez
en tus brazos
y tú en los míos
y así
abandonados ya
el uno en el otro
crucemos triunfales
ese umbral que sólo los
dos conocemos
y no diré aquí
porque nací
para guardarte los secretos. |