Viernes 21 de Septiembre 2007
Álvaro Díez
Astete
Este viernes les hago llegar
por segunda ocasión poemas de Álvaro Díez
Astete, nacido en La Paz en 1949, de madre cruceña y padre
beniano. Antropólogo y escritor. Ha publicado, en distintos
puntos del globo, los poemarios: Viejo Vino, Cielo Errante (1981),
Devoración (Novela poemática, 1983), Abismo (1988),
Cuerpo Presente (1989), Púrpura Profunda (1993), Homo
Demens (Mitopoética, 2001), Sonetos Bizarros y Otros Poemas
(2003). Recogió casi toda su obra en su antología
personal Escritura Poética Elemental (2003).
Van seis poemas, incluidos todos
en Escritura Poética Elemental (Plural Editores).
II
El viento es voz
En el jardín que desciende:
Sangre oscura retumbando
En un viaje de la muerte
Hacia su cuerpo.
El cuerpo de oscuridad
Dolor de la vida
como una luz;
Arquitectura del frío
Hondas manos de poesía
Ojos de la noche.
El cuerpo
Vivirá sin tregua
En el alma del mundo,
Conocerá sin terror el
terror del universo:
Aquél que vuelve
Para sacarse el cuerpo.
(Publicado en Cuerpo Presente)
Verbos
Amar volar
verbos de la poesía
volar amar volar
olor de tu cuerpo desnudo
amar volar amar
poesía de los verbos
volar amar
desnudo cuerpo de tu olor.
(Publicado en Púrpura
Profunda)
Viento amando
Como viento de un mundo desolado
el pensamiento va hacia todos
los espacios.
Como la oscuridad del cielo que
lo envuelve
el amor permanece en el viento
sin fin.
¿Dónde está
quién?
¿Qué visión
se abate sobre su cuerpo?
La noche.
Tú.
(Publicado en Púrpura
Profunda)
(
)
El silencio de los cuerpos
quema el pensamiento
el silencio del pensamiento
quema el cielo
el silencio del cielo
quema los cuerpos.
(Publicado en Púrpura
Profunda)
Crucifixión
Despertaba en un jardín
sobre el vacío,
y nada era cierto,
ni el espesor pastoso y frío
de su sangre,
ni el olor a matadero de las
flores
ni el gusto a polvo debajo de
la lengua,
ni el silencio de los espacios
del cielo.
Cerraba los ojos:
no había un pantano en
su lecho,
no había un mador lento
de degüello,
no había guijarros en
su boca,
no había un cielo de terror.
Así le fue dada la vida,
así fue tomada la muerte:
su amor era pecado de la Fe,
luz devorando los cuerpos.
Los cuerpos se reproducían
en la Visión del Crucificado
antes de las tinieblas.
(Publicado en Púrpura
Profunda)
Soneto en un cuerpo
Un día me dormí
a tus orillas
y desperté ahogado en
el desierto
sin nuestros cuerpos cedazo de
deseo
con una tristeza que no puedo
más
Ah en tu cuerpo hermoso oloroso
a miel
vive la muerte disfrazada de
mí
porque he muerto sin haber nacido
pues sin ti despierto solo en
el terror
lee el soneto con banderas de
amores
enloquece en el soneto bizarro
feliz, audaz, con imaginaciones
pues nunca más verás
a los astros de Dios
ni a tu faz de famélico
espejismo
en la orilla carnal del más
allá. |