Viernes 16 de Marzo 2007
Blanca Durán
Quinteros
Este viernes, gracias
a nuestra página Web bolivianet.com/poetas/, que ella
visitó por casualidad y la permitió ponerse en
contacto conmigo, les hago llegar versos de la poetisa Blanca
Durán Quinteros. Nació en el Chaco, su padre era
de Sucre y su madre de Iguembe, Provincia Cordillera, Santa Cruz.
Es la tercera de cuatro hermanos. Creció en la zona del
Chaco, estudió allí también y después
en Santa Cruz. Se casó muy joven y en la década
de los 70 emigró a Perú sola con sus dos hijas
y estudió. Allí vivió algunos años.
En Costa Rica vive desde la década de los 70. Allí
siguió estudiando hasta lograr su meta: licenciatura en
Trabajo Social. Nuevamente se casó allí y es reincidente
en el divorcio. Tiene cuatro tesoros que son sus hijas, y ya
es abuela. Ahora está jubilada y como tengo tiempo
para mí, desde hace tres años aproximadamente
es estudiante (modalidad recreativo) de La Escuela Casa del Artista.
Pinta especialmente óleos, poco menos acuarelas y acrílicos.
Escribe desde niña. Realmente mis dos pasiones
son escribir y pintar; me gusta la contemplación y el
silencio, aunque en la actualidad se hace cada vez más
difícil beber cántaros de silencio que son alimento
para el espíritu. Sin embargo, hay que tratar de hacerlo
siempre. Ignoro, pues la autobiografía que me envió
no lo especifica, si tiene obra publicada o no.
Van tres poemas de
esta connacional que añora el terruño desde la
caribeña tierra donde reside.
Calles mías
Calles largas
de grandes arboledas
que me brindaron sombra
frescura y cariño,
donde mis pasos enraizados,
repasaron
las tímidas
aceras;
donde mis pies
se encontraron
con las hojas yertas
y pétalos de
seda.
Calles largas
cargadas de quietud,
donde revolotean mariposas,
donde el viento
me susurró al
oído
entrelazándose
con mi pelo,
escondido.
Calles largas apacibles
donde sembré
huellas
cuando infante desmedida
grité, corrí
en veces repetidas
y tu techo verde
conmigo se reía.
Mis huellas sin retrato
dejé en tu amor
con dimensión
desconocida
y yo te llevo
aquí adentro,
calles largas
de grandes arboledas
mi inseparable escapulario.
La poesía
es tuya, es mía
La poesía es
arma
pacífica
cálida, hermanable
pero penetrante.
La poesía no
rasga
tus carnes
pero se filtra
por tu epidermis
y se hospeda
en el lecho
de tus huesos.
La poesía es
arma
pacífica,
tú puedes convertirte
en igual arma.
Deja caer...
tus brazos absolutos...
absolutos a los costados,
pero echa a volar
un grito indestructible
de ser humano.
Deja caer...
tus brazos entre millares
y millares de brazos
iguales,
de ojos de esperanza
y la paz se posesionará
de nuestro lado.
Es forma
de avanzar...de lograr
liberar nuestra carne
y nuestras almas.
¡Oh Madre
Tierra!
Hay un dolor que desgarra
las vírgenes
entrañas de la tierra,
hay manos extrañas
a ella
que profanan su pureza.
Estallan gritos angustiados
de las gargantas de
la tierra,
más se esconden
sigilosos
quienes profanan su
estrella.
¡Oh Madre Tierra!
te veo, te siento entristecida
deja que te consuele
con sonrisas verdes,
que te arrulle con
mil cantos
de pájaros libres...libres...
cuidarte con árboles
de pie
en posición
vigilante.
Quiero prometerte
cuidar de tí
en la reciprocidad
de nuestro afecto;
quiero vivir millones
de años
nutrida con la savia
de tus fuertes raíces;
quiero trascender en
las venas
de miles de generaciones
en el aire puro
y en los pulmones de
Dios. |