Viernes 20 de Abril 2007 Para este viernes les hago llegar con bastante pesar y de manera póstuma, algunos poemas del vate tarijeño Roberto Echazú. Nació en Tarija en 1937 y falleció en la misma ciudad el pasado domingo 8 de abril. Fue codirector de la revista de cultura Sísifo (Córdoba, Argentina, 1959 La Paz, Bolivia, 1964). Faja Amarilla de Distinción, otorgada por la Municipalidad de La Paz a su obra Akirame, como la mejor producción literaria del año (1966). En 1984, integró el Jurado del Premio Casa de las Américas. De 1989 a 1992, desempeñó funciones diplomáticas en Cuba. Su nombre figura en Antologías de América. Es autor de un ensayo (Campero Echazú: poeta de la tierra y el árbol, 1977) y de doce libros de poesía: 1879 (1961), Akirame (1966), Provincia del Corazón (1987), Morada del Olvido (1989), Sólo Indigencias (1989), La Sal de la Tierra (1992), Gabriel Sebastián (1994), Humberto Esteban (1994), Camino y Cal (1997), Inscripciones (1997), Umbrales (1998), Memorias cercanas (2000), Memorias Recurrentes (2002), Cercas de Soledad (2003) y Sobre las Hojas del Otoño (2006). Además de una antología publicada por el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), Madrid, 1990, que abarca su obra poética hasta 1989. Toda su obra fue reunida asimismo en 2001 en el volumen Poesía completa. En su último poemario, la analista Rosario Quiroga incluye los siguientes comentarios: «La poesía de Roberto Echazú, al atravesar profundidades secretas, es la posesión del espacio iluminado, transparente, donde convergen diferentes emociones de rigor poético que alcanzan razones inimaginables entre lo imposible y lo permitido. Su poesía es engendrada en el silencio. Vive en él y en él nace. Sin embargo, ese silencio no es un espacio cerrado, sordo. Es una melodía de orden interior que se traduce en íntima comunicación y concentración en el mundo. [...] Echazú pertenece a la generación convencida de la defensa de la dignidad de la poesía como quehacer espiritual. Lejos de posiciones teóricas, está la convicción de una búsqueda de autenticidad que lo confirma con su reescritura. Poeta sin artificios, de la vertiente clara, pero profunda, que comunica una experiencia de vida a través de una lectura sensible de su entorno, en cuyo centro está el hombre grande en su dolor y su duda». Van cinco versos, extraídos de Sobre las Hojas del Otoño. |