Viernes 18 de Agosto 2006
Leonardo García
Pabón
Hoy vuelvo a mandarles versos
de Leonardo García Pabón, quien nació en
La Paz en 1953. Poeta, ensayista, crítico de cine y guionista.
Estudió en las universidades Mayor de San Andrés
(La Paz), Católica de Lovaina donde obtuvo su licenciatura
en Literatura y la de Minnesota, donde obtuvo su doctorado.
Como guionista y crítico cinematográfico recibió
varios premios. Su video Recorrer Esta Distancia
(guión y codirección), basado en la novela Felipe
Delgado de Jaime Saenz, recibió el premio Ciudad
de La Paz en 1988. Sus poemas han sido traducidos al francés
y al portugués. Es profesor de Literatura latinoamericana
en la Universidad de Oregon.
Sus publicaciones de crítica
literaria incluyen El Paseo de los Sentidos. Estudios de Literatura
Boliviana Contemporánea (Comp., 1983) y artículos
en revistas como Poesía, Revista Iberoamericana, Revista
de Crítica Latinoamericana, Ideologies and Literature,
Hispanic Issues, Caravelle. Fue editor general de las revistas
Hipótesis (La Paz), Ideologies and Literature (Minneapolis)
y Ediciones Altiplano (La Paz). Un ensayo suyo sobre el cine
de Jorge Sanjinés fue publicado, en inglés, en
la revista estadounidense JumpCut. Su obra en prosa más
reciente en Bolivia es La Patria Intima, Alegorías Nacionales
en la Literatura y el Cine de Bolivia
(Plural, 1998).
Entre sus libros de poesía
figuran Paso Cerrado (La Paz, 1979), Discurso de tu Imagen y
tu Presencia (La Paz, 1981), Río Subterráneo (La
Paz, 1984) y Agua, Palabras, Arena (Valencia/Minneapolis, 1988),
Sol de Invierno (La Paz, 2000).
Van seis poemas de este vate
paceño, extraídos todos de Paso Cerrado
(Ediciones Piedra Libre).
Larga, larga la espera
Larga, larga la espera. Mis largos
cabellos se
desdibujan de olor. Las intenciones
nacidas
una noche de lejanía perdonan
a mi cuerpo y
el reposo se aproxima.
Dime tú:
¿aún saltan los pájaros?
¿por qué?
¡No! No
no quiero saber por qué
dime, más bien, cómo
lo hacen, cómo.
Quiero saber cómo se
lleva el vestido de la
ceremonia, cómo se viste
el acorazado para su
canto vespertino, cómo
se engalana el rey ante
la muerte de su sangre.
A veces ocurre
A veces ocurre.
Con qué placer sentimos
en nosotros la mira-
da oculta de unos ojos perdidos
en la multi-
tud, cuando temerariamente
nos muestra un
pequeño mundo de insinuaciones
y nos pre-
guntamos cómo ese pequeño
rayo verde pue-
de crearse en medio de un torbellino
tan an-
gustiante y oprimente como la
calle.
Y allí, solamente allí
nos es posible reconocer la transfigurada
ima-
gen de un delicioso caminante,
que con nues-
tros ojos en su espalda, no
vuelve, no vuelve.
¿Acaso alguna vez pensamos
que lo haría?
No. Ni siquiera deseábamos
que así lo hiciera.
Sólo nuestros ojos en
su espalda pedían la ho-
ra de un sufrir similar al de
ese siempre desco-
nocido visitante.
En alguien
En alguien, y a veces, los ojos
tienen el herir
continuo de las palabras que
se dicen. Y las
manos son papel que cubre su
retirada. Con-
fundidos los analistas del rostro:
puede ser un
sonrojo a duras penas dominado.
Un ojo en la frente
Un ojo en la frente
otro en la boca.
Cuando la paloma rota
se pose
en un labio
un ojo
de cristal se cerrará
al brillo del día.
Anotaciones del cuerpo de la
usurera
Anotaciones del cuerpo de la
usurera. Su men-
te aún hacía objeciones
a la muerte. Cada vez
menos.
Las manos se volvían inquietas
al frío cuchillo
entre su ropa y su carne.
¿Vida o...?
¡Ahora!
¡Rápido!
Los ojos de la usurera se cerraron
un poco y
un asombro extraño asomó
entre sus cejas.
¡Libre!
Libre para sus hijos
para aquél
que llevaba en el vientre
libres en la noche
de cargas, preguntas y angustias
Comer reír
beber
tres niños y una mujer
embarazada
felices por primera vez única
vez.
¿Después?
¿Mañana?
¿Qué después?
¿Qué mañana?
Los gatos bajan al olor de la
sangre.
Indolente lejano
Indolente lejano
el adolescente de los ojos negros
negros cabellos
bajo arcos y guiños
arrastra
una cortina.
Lo vela todo como un cirio.
Crío de los pájaros
espacio sin espacio
huecos negros de ausencia
ojos cabellos.
Nacido de un pantano
humus y petróleo
rayo triste y fuego fatuo
la piel blanca
negro negro.
Adolescente enamorado
velado
envuelto en seda traslúcida
magneto cerrado
ola descarriada. |