Viernes 11 de Agosto 2006
Alberto Guerra Gutiérrez
Ahora les hago llegar los versos
de Alberto Guerra Gutiérrez, a quien presumo nacido en
Oruro, pero desconozco mayores datos biográficos suyos.
Sé, acorde con la contratapa del volumen asaltado, que
ha escrito los poemarios Gotas de Luna, Yo y la Libertad en el
Exilio, Baladas de los Niños Mineros, Siete Poemas de
Sangre o la Historia de mi Corazón, Manuel Fernández
o el Itinerario de la Muerte, La Tristeza y el Vino.
Van tres poemas de este autor, sobre el cual prometo volver pronto,
tomados todos de su Obra Poética (Latinas Editores, Oruro,
2003).
Volador de papel
No, no al tiempo,
hay siempre un niño encaramado
en el latido universal del hombre.
Río que nace de augural
vertiente,
ola que corre sedienta
por íntimas quebradas
es la vida que consume
mis horas de cada día.
Desde mi sangre,
presente mirador del pasado
siento latir mi infancia
en el punto clave del desvelo;
siento su risa,
siento su grito juguetón,
celeste,
sus mañanas de sol,
sus noches estrelladas.
Caben en mí, latentes
los anhelos y congojas
que asediaron serenamente
las horas hechas de luz y fantasía
de mi infancia.
Las calles del recuerdo,
los caminos del alba,
los grillos y las campanas,
el trompo y el coro vespertino
son aún sutil y enloquecido
volador de papel
remontándose en el sueño,
un sueño de dichas y esperanzas,
de mensajes de amor,
de ansiedad y de reclamo,
de amargos cañaverales,
de combate cotidiano.
¡Este volador de papel,
unido a mi infancia por un hilo
hecho de la piel azul de las
estrellas!
Presagio
Qué traerá el amor
en su anunciada presencia
de mágicos albedríos?
Será un tren de hojas
secas
discurriendo en portátil
andén
de suspiros en fuga
o el cansancio de los pañuelos
agitados por mis manos
despidiendo la ilusión
de mis auroras sin espera?
Será la ruta
largamente tendida
en la distancia
buscando meridianos de luz,
tardes en sombra
o noches de azul espera
en la nostalgia
hecha de sonámbulos suspiros
zambulléndose dulcemente
en la espera,
donde tejen sus coronas
mis auroras pensativas.
Qué será del amor
que se asoma sigiloso
a los umbrales de mi puerta?
Será tal vez la dicha,
o la ausencia con la forma
y el color de la esperanza?
Para cerrar, el más romántico
de todos (aunque a mi amigo Andrés C. le disguste, jijiji):
Paisaje
Estoy acostumbrándome
a tu voz,
a la suave dulzura que la noche
concentra en tus ojeras,
al limitado tiempo,
al parcelado cielo que nos ampara
y al cercano lago que brilla
más azul, cuando te amo.
Estoy acostumbrándome
a tu voz y mis ojos también
a la mirada de turbios peces
trajinando el fondo claro
de tus ojos.
Estoy acostumbrándome
a tu voz
tripulada de azules pescadores,
recogiendo desde tu alma
el anzuelo de sed,
que entre burbujas de amor
y olas de paz sin sombra,
inventa mi corazón para
tu voz
prematuro eco del céfiro
y para tus ojos fuente
de luz
que inaugura el día entre
tan altos
y tibios vegetales. |