Viernes 01 de Septiembre 2006
Elías Serrano
Pantoja
Hoy les hago llegar versos para
mí también una sorpresa de Elías Serrano
Pantoja, nacido en Santa Cruz. Actor de teatro, televisión
y cine, incursionó en la poesía muy joven y me
temo que ha dejado, al menos publicando, esa afición.
Entre otras, ha participado de las películas Cuestión
de Fe, Jonás y la Ballena Rosada, El Día que Murió
el Silencio y El Triángulo del Lago. Desde hace algunos
años es el gestor y director de la Fundación para
las Artes Audiovisuales (FUNDAV). Hasta donde pude recabar información,
ha publicado Poemas de Amor y Vida (s/d) y Caminos de Niebla
(1979).
Van tres poemas de este vate,
extraídos todos de Caminos de Niebla
(Editorial Tahona, Santa Cruz).
Caminos de niebla
Devorando distancias se desvanece
la niebla,
simulando el halago de solemnidades
por el júbilo de la fertilidad
de tu vientre hecho semilla y
luz.
Por eso cuando duermes la tosca
evasión
de creerte madre como la tierra
encinta,
rememoras lechuzas de oscuros
monasterios
y yaces como momia esperando
un oráculo.
Sólo la luz agrietará,
oh poeta,
tu ambiguo camino de niebla;
sólo otro corazón,
gemelo al tuyo,
aleteará con tus mismas
ilusiones
de sauce y de amapola.
Poeta que enrumbas tu camino
por la hueca llanura sideral,
no hay quien entienda
tus besos de luna a las estrellas,
tu sonrisa de ciprés adormecido,
tu mirada de trigo en las hambrunas,
o tu palabra de coloquio con
los sordos.
Comandar las cabelleras del crepúsculo,
es columpiar tu voz hacia el
amor;
conducir las naves al silencio
es desenterrar el aguijón
de la conciencia.
Nadie te quiere, poeta.
Tú hablas de resurrección
del pasado
cuando la máquina del
futuro aún no ha muerto.
Tu manto de niebla, migración
de golondrinas
de nocturno resurgir,
romperá con tu voz las
madrugadas
con celestial clamor;
y cuando se abra una ventana
y asciendas y traspases los espacios
infinitos,
oh poeta, poeta,
estallará tu corazón
pulverizado en las galácticas
playas del recuerdo.
El último Quijote
Yo no imprimo caracteres sobre
lápida,
recojo la salmodia de mis rondas
interiores
para aliviar mi niebla con sus
sones.
Por la amargura de mis palabras
mendigas,
voy viajando en góndolas
de viento
para eximirme de los sueños
de la infancia.
La inerte cintura de las cruces
Agita la bandera inerme de una
brisa
forjada en el tormento del adiós.
De nada sirve el llanto aislado
en travesía ineficaz contra
la inercia.
Es la masa de fanáticos
beodos
que escribe glorias
con la mayúscula invención
de carcajadas.
Indulgencia pido para mi hambre
de inmersión en la quietud;
libertad para mi ingrávida
nostalgia.
Quiero las luces para mi manantial
de niebla irreprimible.
Soy isleño combatiente
en soledad.
Soy roca que se rompe contra
el mar
aunque lo ignore el ojo blanco
de la luna llena.
Soy la primicia del último
Quijote
por el latigazo de mi suerte.
Te reconocí
Te reconocí
por el chasquido de tu pelo
por el perfume
de la aurora de tus labios
por la caricia
del río a las riberas.
Te reconocí
por las quejas amorosas
por tus caprichos
hechos de rocas de mar.
Te reconocí
en tu piel rezumante
a olorosas playas marinas.
Te reconocí
en tus relámpagos oculares
en tus caderas
de pantera en acecho,
en tus muslos
de raíces de cedro,
en el vaho a tierra mojada
de tu aliento.
Lo que no puedo comprender
es tu sonrisa
oscurecida en el crepúsculo,
es tu corazón
endurecido en el olvido,
es tu pesadumbre
de huérfano hambriento,
es tu ausencia
cuando penetro
tu abertura de amor.
Te reconozco
como
eras
y ya no eres.
Quizá el regreso del día
borre tu noche.
Quizá el sol de mañana
trunque tu pena.
Quizá la alborada
sosiegue tu paz.
Para reconocerte
esperaré la aurora
para ver si despiertas
con la voz de la alondra... |