Viernes 3 de Octubre 2008

Esperanza Yujra Gómez

Este viernes, iniciando el mes de aniversario de fundación de en mi amada La Paz, les hago llegar versos de Esperanza Yujra Gómez, nacida en septiembre de 1970 en La Paz. Estudió Literatura en la Universidad Mayor de San Andrés, e hizo como segunda carrera Derecho en la misma universidad. También estudió en la Academia de Bellas Artes “Hernando Siles”. Fue Mención de Honor del Concurso Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal (2003), con el poemario La Boca del Lobo (Plural, 2005); y Primera Mención de Honor del mismo concurso en 2006 con la obra Vendedoras de Humo. Galardonada con el primer lugar del Premio Departamental de Poesía “La Paz”, convocado por la Prefectura del departamento, con el poema A veces una ciudad, sobre el cual se ha reseñado: «es la búsqueda de la palabra exacta. Se intentó que poema [sic] tuviera una perspectiva diferente, quizás mítica. Las imágenes utilizadas son experimentales e incluso arriesgadas, ello considerando que nuestra literatura es, por lo general, muy cauta y tradicional. [En este poema] logra darle definición a [la] compleja geografía [paceña]. Definitivamente La Paz no sólo es ese cúmulo de sombras y de personajes nocturnos, con los que se pretendió estereotiparla, también es un inagotable caudal de imágenes visuales y sonoras, armónicas y contradictorias».

Va todo el poema A veces una ciudad, incluido en A Veces una Ciudad y otros poemas (Editorial Gente Común, La Paz, 2008).

 

A veces una ciudad

I

En este espacio

de ríos subterráneos

de ríos entramados

de ríos entrecruzados

de ríos entretejidos.

En este espacio de calles saltando las cuestas

de cuestas subiendo los cerros

de cerros trepando la Cordillera

de Cordillera serpenteando la circunferencia

de viento azotando el planeta

de viento rozando la tierra.

Hubieron pueblos construidos por los siglos

por las lluvias que cayeron como pinceladas

sobre calles de tierra y de piedra.

Bordeando el horizonte

el volcán aún duerme,

en un intervalo de peñascos y de montañas,

recostado en la embocadura de la Cordillera.

A veces una ciudad

de trazos verticales subiendo las cuestas.

A veces el frío metal de la luna

rebotando desde sus techos de paja y de arcilla.

A veces

la misma luna

reptando atemporal y solitaria

sobre la Cordillera

antes de la madrugada.

A veces la aurora aguardando al filo de la Cordillera

sobre senderos que descienden

por horas

por días

por siglos

por olvidos.

Sobre los cerros la voz ronca del viento

se desliza

esperando que la ciudad despierte.

 

II

Ciudad nítida y transparente

ese algo que nos hace pensar

en territorios escapando de los sueños

en territorios perdidos en el tiempo.

Ciudad de poemas transplantados

de los muros a la piel,

de hojas de coca reposando sobre los taris,

de montañas que tejen tramas

para el cauce de los ríos

para el borde de los senderos.

Ciudad añeja

ciudad de piedra

ciudad sagrada y eterna

fertilizada de lluvias y de reverberaciones

ciudad lúcida

ciudad cementerio

ciudad de guerreros

que esperan en las montañas

ciudad de espacios dispersos

extendidos

sumergidos.

Ciudad de precipicios,

membrana protoplasmática

que se extiende y se contrae,

organismo que muta.

 

III

 

¿Cuántos días cayeron inundando esta ciudad?

¿Cuántas voces y sus ecos multiplicados?

¿Cuántos pájaros navegaron su cielo?

Atravesó la atmósfera una maraña de nubes

quedó enhebrada a un risco

toda la mañana;

cuando llegó la tarde

era una tormenta deslizándose,

entre barcos de papel,

por las pendientes

por los charcos.

Después de los diluvios,

después del deshielo de los nevados,

las calles resbalan de los cerros.

Tu nombre serenidad que se agota

quietud que desconcierta

serenidad,

reposo.

 

IV

 

Dentro de esta geografía hay una niña

en ronda con edificios de concreto

entre el ocre de los ladrillos y el gris del cemento

colgadas de las pestañas

teclas de piano

colores de aguayo

y saltos de agua cayendo

sobre los despeñaderos.

Observa con extrañeza

el boceto de una paloma suspendida

sobre la copa de un cerro.

Al fondo el volcán aún duerme,

arrimado al marrón del altiplano,

con sus violetas y sus magentas

delineando la ciudad.

Le quedan

sobre los ojos

el rastro de paisajes llenos de vicuñas

el dorado y el grana de los atardeceres

y una luna transitando

el espinazo de un lago manso.

Una atmósfera repleta de constelaciones

le rozará los dedos,

la mirará silenciosa

mientras se desborda sobre el cuenco,

hasta inundar la ciudad.

 

V

 

En la dispersión de los años

la misma ciudad descansará por centurias

descolgada de las nubes

desprendiéndose

en caída vertical

entrando como en espiral

entre saltos de agua

desde el deshielo de los nevados

hasta los Yungas.

Ciudad de trazos sobre las rocas

inconcreta

y etérea

de senderos que ciñen la Cordillera,

honduras que el tiempo trasciende,

avalancha de obsesiones.

 

VI

 

Hace siglos Churubamba1 y Caja de Agua2

los años apilándose en guerras.

Cientonuevedíasedespeñaron

Cientonuevedíasduróelcerco.

Ciudad de precipicios

de estructura de huesos

de construcción de guerreros

bastimento de imágenes inmóviles

de daguerrotipos de otros ciclos.

Son los guerreros innominados

que regresan en el reverso de los años.

Pasará este tiempo,

aún habrá un lago

arando hasta el fondo del planeta,

una ciudad naciendo

ríos arrastrando la Cordillera

y casas brotando de la tierra.

En el transcurso

de luces y de sombras,

en el rastro que deja el sol sobre la aurora

aún existirá un lago

y agua de siglos,

las estelas inmóviles aún perseguirán

la orientación de los astros.

Aún habrá en el altiplano

templos de piedras erectas

ciudades megalíticas

puertas que se abren

a la rotación de los planetas

y cabezas clavas

en Tiahuanaku

que nos observan desde la creación.

Quedarán sobre esta geografía

pueblos naciendo

aroma a incienso sobre los calvarios

olor a nieve,

olor a ríos,

bajo un sol que trepa la Cordillera

para encender los atardeceres.

1: Actual Plaza Alonso de Mendoza y calles aledañas (Zona San Sebastián). Se dice que a la llegada de los españoles en la Colonia, fueron recibidos en este lugar por el Cacique
Quirquincha. Con el paso de los años. “Churubamba” fue sinónimo de zona popular, hoy penosamente considerada zona roja por la Policía.

2: Actual Plaza Riosiñho en la zona norte de la ciudad. Antiguamente se denominaba Plaza Caja de Agua por encontrarse en ella el surtidor de agua llamado “Caja de Agua”, del cual se dotaba de este líquido a todas las pilas de la ciudad; ese nombre también fue adoptado por todo el barrio.