Obras que transmutan
la realidad
Los visitantes a la muestra podrán,
creo, coincidir conmigo: la sensación, el sentimiento
que se pasa por ellos es la soledad. Los cuadros transmutan una
realidad y percepción personal del artista en un testimonio
histórico. Los efectos multiplicadores de esta afirmación,
de esta consecuencia, pueden alimentar a los curiosos visitantes.
¿Qué quiere decir con ello Rimassa? ¿Esta
visión triste no es acaso una constatación sobre
la relidad del habitat rural y el estilo de vida que allá
se desgarra? Quizas Rimassa está liquidando la forma de
representación tradicional del valle con una apuesta paradójica:
la temática es una continuación, pero el sentimiento
daja percibir la verdad: nada es como era, todo está solo.
Si esto es así esta muestra bien podría ser un
requiem para la pintura regional. Destrozada por la verdad el
bucolismo es un canto de amor vivo sobre un cadáver de
añoranzas. Aparte de estética esta serie de cuadros
(si la historia valida lo que digo) parece contener una intencionalidad
política - en términos estéticos - cuyos
efectos no podemos prever. Algunos se alegrarán de que
esto haya sucedido, otros no. Lo que sí no podemos ocultar
es que cambió mucho. No sabemos si para bien o para mal.
Si la realidad a cambiado yo, por lo menos, no veo porqué
el arte no. El arte debe acompañar la vida. Cuando deja
de orientarla y enriquecerla es pura mercancía, una desdicha
rudimentaria y folklórica, un testimonio de las mentalidades
más que una obra de arte. Es un souvenir del pasado decorando
una sala de estar de hoy.
Igor Quiroga |