AL FINAL... LA NIEVE*

                  Blanca Elena Paz

Cuando tus pies busquen a tientas las pantuflas, sabrás Estajo que la realidad es más cruel. Porque al despertar angustiado de esa pesadilla habrás deslizado tu mano entre las sábanas, encontrando junto a ti un lugar vacío.

Así será Estajo: no estaré en la cama.

Entonces, tus pasos te llevarán por la galería de mármol, aprisa como tus latidos pensando hallarme en la mecedora del zaguán.

Tu ilusión será vana Estajo; tampoco estaré allí.

Aunque regreses al dormitorio y revises el baño, la cocina, el patio y el jardín no me encontrarás.

¿Te convencerás Estajo? ¿Dejarás de buscarme?

Me habré ido, como tú lo sabes, una noche antes de tu despertar. No me habré llevado nada, y nada te habré dejado ni siquiera un hijo, una prolongación tuya… mía.

No es culpa nuestra Estajo, no lo decidimos así.

Insomne, en el portal despedirás la noche, y descubrirás Estajo que el día, antes de ser día, es una penumbra violácea, sonrosada, color tornasol. Cuando veas que una mancha brillante por el horizonte se acerca a ti, no pienses que vendré como ella.

Estajo, esa esfera es el sol.

Será inútil que tu corazón se acelere cada vez que ante la puerta se detenga algún motor.

Los amigos Estajo, querrán acompañarte en un momento así.

Y al quedar nuevamente solo regresarás a la sala. Allí, olvidada en el piso, encontrarás una flor. Si al agacharte a recogerla los lentes se te empañan, ¡quítatelos!

Esa flor me habrá acompañado Estajo, apenas la noche anterior.

Cuando el tiempo pase volverás a caminar por los muelles. Si tienes que apartar de tu frente ese mechón de cabellos, que la brisa se empeñará en despeinar, observa cómo cambian de color las aguas en las puestas del sol.

Las puestas de sol contigo Estajo; siempre me gustó el mar.

Y algo más tarde, cuando decidas regresar a casa, notarás cómo la arena -antes tanta-, parecerá una cinta dorada.

Es la marea Estajo. La marea que sube hasta cubrir parte de la playa.

Sentirás la misma sensación de frío que me invadía cuando las olas azotaban las rocas, para luego esparcirse en esferas de espuma.

Tú, me abrazabas Estajo, me abrazabas y yo… yo siempre te he querido.

El invierno llegará y pensarás en lo que fuimos. Para ti solo la casa resultará enorme.

Como tu mano Estajo, aprisionando la mía.

Mi tierra volverá a tu memoria. Allí nos conocimos y nunca nieva, ¿recordarás mi llanura cálida?

Como tu piel Estajo, invitándome al amor.

Cuántas horas vimos pasar juntos, haciendo planes, seguros de no separarnos y ya ves, aquello no se cumplió.

Aunque te duela quedar solo Estajo, la vida continuará aun sin mí.

No te lamentes. Ojalá pudieses escucharme. Quisiera decir algo que te sirviese de consuelo, pero no es posible. Pese a tus lamentos las señoras no callan. Una por una deslizan las cuentas del rosario entre sus dedos.

Guarda silencio Estajo. Es la última oración por mí.

Mira, el invierno se adelanta este año. Con una capa blanca va cubriendo la hierba del camino.

Aquí está nevando Estajo, y allá donde nací es verano.

Me llevan en andas y no quiero irme. Deseo quedarme aquí, permanecer para siempre a tu lado.

¡Eres mío, mi alma te conjura! Desde el silencio te conjuro…Estajo.

 

 

*Blanca Elena Paz. Teorema: cuentos. Editorial LiteraViva. Santa Cruz, Bolivia.1995

 

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